¿Sabías que la forma y el tamaño de las copas de vino pueden afectar sensiblemente a la percepción de su aroma y sabor? No queremos ponernos demasiado sibaritas pero sí que conozcáis algunas claves para degustar tu vino favorito de la mejor manera posible: apreciando todos sus matices. Y, para ello, es muy importante la elección de la copa.
Existe una enorme variedad de copas de vino diferentes, por lo que elegir la mejor para degustar cada tipo de vino puede ser una tarea realmente complicada. En este post os damos las claves para encontrar la copa ideal.
En primer lugar, queremos que conozcáis unas nociones básicas sobre los elementos que componen una copa de vino, y cómo estos pueden afectar a la degustación de esta bebida:
- Base: Situada en la parte inferior de la copa, es el elemento que apoyamos sobre la mesa y proporciona estabilidad a la copa. Sirve también para sujetarla y así evitar tocar el cuerpo de esta y que el vino se caliente o que las paredes se manchen con los dedos.
- Tallo: Es el elemento de unión entre la base y el cuerpo. Al igual que la base, nos permite asir la copa evitando transferir nuestro calor corporal al vino. Así, los vinos que se deban servir a menor temperatura deberán verterse en copas de tallo más largo para evitar que el calor de nuestras manos afecte a la temperatura ideal de degustación del vino.
- Cuerpo: El recipiente que contiene el vino y que a su vez cuenta con dos partes: base y cuello. Ambas serán clave a la hora de percibir los matices del vino. Sigue leyendo y sabrás por qué.
Copa para vino tinto
Suelen ser copas de gran formato, con bases de cuerpo redondas para permitir que el vino gire en su interior, facilitando su oxigenación. Dentro de las copas para vino tinto destacan dos nombres: Borgoña y Burdeos.
Las tipo Borgoña, de cuello más cerrado, para una mayor concentración de los aromas. Este tipo de copa es la más recomendada para vino con estancia en madera y matices aromáticos más complejos, como nuestro Guadianeja Cabernet Sauvignon Gran Reserva 2009.
El modelo Burdeos es el tipo de copa más común. Tiene un cuello más ancho que la copa Borgoña, para evitar la concentración excesiva de sus aromas. Es ideal para servir vinos tintos jóvenes, como por ejemplo nuestro Guadianeja Tempranillo.
Copa para vino blanco
Este tipo de copas suelen tener un tallo más prolongado y una base de cuerpo menor, para mantener la baja temperatura de servicio y evitar una oxigenación excesiva. Con un cuello de copa ancho se convierten en el recipiente perfecto para potenciar el dulzor de los vinos más frescos como Guadianeja Macabeo.
Copa para vino espumoso
La copa ideal para este vino es la tipo flauta: alargadas, estilizadas, estrechas y de largo tallo. Su forma permite mantener el vino a baja temperatura pues, como sabes, los espumosos deben servirse fríos. El recorrido de las burbujas al elevarse es perfectamente apreciable gracias al formato de esta copa. Además, su tallo largo permite asir la copa alejando nuestra mano del cuerpo, evitando así calentar el vino. Una elección perfecta para apreciar todos los matices del espumoso Cantares.
Otro aspecto a tener en cuenta a la hora de hacerte con tu colección de copas ideal tiene que ver con el material. Nuestra recomendación es elegir copas de cristal o vidrio incoloro, transparente para contemplar sin problema el color, brillo y lágrima del vino.
Definitivamente, en el caso de los vinos la forma de la copa sí importa, y puede ser decisiva a la hora de transmitir las sensaciones de un buen vino.
«No son sólo los receptáculos últimos del vino, sino un importante instrumento para comunicarlo a los sentidos humanos«
Jancis Robinson